Recorre del asfalto la cintura
el alzado voraz de este poema
perro que su sitio sabe
cuando ladra
y lo amplio de su bocado
vida triste
la de este carnicero
hiere al que lo nombra
y a quien respira
hambrienta
la sorpresa de su hálito
tras el rastro de sangre
en el perfil de la palabra
la mano
que lo sosiegue
aguarda.
MANH (14-05-18)
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