miércoles, 6 de abril de 2016

Amarillea, la luz, que recibe la piel de la tarde

Amarillea, la luz, que recibe la piel de la tarde.
Agachada, entre despojos, una mano,
desechando y apartando,
busca premio.
Tal vez, una lata usada de pintura,
quizás, un envase de huevos,
o cartones,
de cualquier clase.
En balcones y azoteas,
gastado,
corre el aire en su aguacero,
destilando amianto,
ausencias,
antenas colectivas.
Mientras, somnoliento,
dobla la esquina,
el buzón de los juicios,
la papada de la indiferencia.
Al fin,
incandescente,
oscurece la tarde.

M.A.N.H. (30/03/16)

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