lunes, 21 de noviembre de 2011

EL OJO QUE ABRE

El ojo que abre la piel
del espanto, destila lágrimas
negras como cataratas
en tus homínidas manos.

El precio de los privilegios
viene envuelto en palabras
derramadas sin ton ni son
contra paredes de piedra,
contra huellas de sangre
a pagar por los de siempre:
los que llevan desnudo
el corazón, arrancado de cuajo.

El ojo que mira el hueco
del mundo, vigila tus pasos
entre sombras, temeroso
del duemevela del tiempo.

Miradas de hambre y silencio
retuercen el compás de la espera,
perforando minúsculas semillas
que la tierra ya humedece.
Tiembla el amanecer de rocío
que después quemará el sol,
ahogando verde la esperanza
que se escapa entre los labios.

El ojo inmisericorde no te ve,
te presiente desde su propio
miedo como abeja zumbona
que robara su acaparamiento.

¿Cómo volver sobre lo andado
para voltear la angustia
que todo lo vuelve inútil
ante la coraza del mundo?
¿Cómo atajar el sentido
de ver más lejos a lo lejos,
de ir más alla de los pasos
dados por perdidos y olvidados?

MANH (03/06/10)

domingo, 6 de noviembre de 2011

EN EL DÍA DE LAS VOTACIONES

En el día de las votaciones
nadie responderá del hambre y la pena
cuando nos desnuden los ojos
con palabras digeridas de antemano.

Callará la conciencia
(que, cuando calla, derrama sangre)
y al niño que escupe flores
por su inocencia
lo encontrarán llorando en las aceras
de los colores que se mueren.

Votaremos con las manos en los bolsillos
por el miedo a que se nos desprendan
y se cierren de pronto con rabia.
Las urnas se habrán tragado ya
los puños cerrados y nadie hará recuento
de las penas porque no interesa.

                   M.A.N.H. (15/6/1989)